¡Me duele el campo Señor!
Que necesita tantos obreros…
Esta mi corazón abatido
Cuando veo a tantos hermanos,
Plantando sal insípida entre espinos.
Muchas “ovejas “ se preguntan:
“¿Por qué no nos mira la hija del Rey?
¿Por qué no desean nuestra “hermosura”
Y las hijas de Tiro no nos traen regalos?”
Porque no conocen el sabor de los clavos
Y se esconden cuando escuchan el rugido de un cachorro,
Teniendo a la necedad como pecado escondido…
Temiéndole a la voz del techo.
Se fijaron cuando el vino rojeaba,
Despreciando el panal de miel…
Nunca probaron con el crisol la plata
Y no supieron como salir del horno como Daniel.
¿Por qué me duele el campo?
Porque necesita tantos obreros,
Que no le teman al juicio…
Sino que se alegren por verte Señor.